Después de la Primera guerra mundial, Europa quedó en una difícil situación social, económica y política. Las antiguas estructuras ya no eran la solución más adecuada para los problemas que se vivían en todos los sectores de la sociedad. En España se dio el fenómeno de apertura, que incluyó el surgimiento de un sistema liberal que trató de equilibrar las relaciones entre las clases dominantes y dominadas. La II República española se proclamó en 1931; en 1936 los grupos de izquierda, agrupados en el Frente Popular, ganaron las elecciones celebradas en el mes de febrero, lo que desencadenó el golpe militar que habría de dar un giro a los acontecimientos republicanos.
La Guerra civil española inició en julio de 1936, cuando el Ejército, apoyado por diversos sectores de la sociedad como empresarios, terratenientes e Iglesia, se sublevó contra el gobierno de la II República española por no estar de acuerdo con las reformas republicanas. El "Alzamiento" se dio el 17 de julio a cargo de Francisco Franco, quien desde Islas Canarias comenzó sus desplazamientos hasta alcanzar el continente y disputarse, en prolongados conflictos, el poder de la capital española: Madrid.
La singularidad de la Guerra civil española fue que grupos civiles, tratando de defender un ideal de nación manifestado en la II República, se organizaron en un ejército que llevaba entre sus combatientes a grupos de distintas edades, ocupaciones e incluso diferentes ideologías. Este último punto se considera uno de los más difíciles de discutir pues, aunque los republicanos funcionaron en un principio al mando de Largo Caballero y después de Juan Negrín, cada grupo ideológico tenía ideas distintas sobre cómo habrían de darse las estrategias de guerra. El gobierno de la república, presidente y gabinete, no pudieron intervenir directamente en el conflicto, sino mediante jefaturas dirigidas por los líderes ya mencionados.
La Guerra civil tuvo, como todo conflicto, dos partes encontradas que en forma independiente luchaban por mantener el modelo de sociedad que mejor les parecía. Algunos investigadores afirman que la lucha interna de España representó la lucha que internacional mente acontecía entre los distintos sistemas de gobierno: socialista, capitalista y fascista.
La repercusión del conflicto también traspasó las fronteras de España, por lo que se hizo un asunto de carácter internacional. Ante esto la mayoría de los países adoptaron una política de no intervención.
Hitler desde Alemania, y Moussolini, desde Italia, otorgaron apoyo a los franquistas para a continuar la lucha. Los republicanos recibieron durante un tiempo apoyo de la entonces Unión Soviética (hoy Rusia), y de un gran número de ciudadanos de distintas partes del mundo que, al agruparse en las Brigadas Internacionales, lucharon por los ideales republicanos y se opusieron al fascismo que poco a poco parecía adquirir más poder.
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